recuerdo su fría humedad
y sus nombres pétreos,
primavera eterna en el pensamiento
Y otoño gris en sus huesos.
para santos sin corona,
me quedo con sus cipreses verdes.
monótonas profesionales
y románticas algunas,
me queda todavía
mi vocación cisterciense
por lo eterno: la poesía.
… de los años conventuales
herméticos y llorados,
también me queda un poco
en cada hora de mi vida.
Años locos de seriedad y trabajo, de ilusión y engaño,
momentos de dolor y amor adolescente en capilla.
me queda la inquietud de no saber porque no hay milagros,
porque el hombre y el hábito no me dieron lo que buscaba
en cada meditación, en cada salmo…
goa 1982-87