viernes, mayo 06, 2011

amanecer cuadriculado

...con la llegada de la primavera se hace necesario abrir ventanas y dejar que el ambiente enrrarecido se escape con el despertar de sueños encubados durante largas noches de invierno. Ahora toca sonreir, o al menos mirar el horizonte y contemplar el enrojecido amanecer que suele dejar paso al estallido de capullos multicolores y atardeceres lluviosos.

Nada es tan sorprendente como la primavera. Altera el ritmo de nuestro pulso, acelera corazones, siembra ilusiones para el verano y frutos que recogeremos en el otoño para embriagarnos con la alegría o soportar dolores resacosos que no habíamos programado.

Con ella, la primavera, desnudamos torsos que ofrecemos al sol, permitimos que las miradas almacenen imágenes que alimenten sueños de adolescente con canas en las sienes... volvemos a olfatear perfumes de seducción ante la próximidad de la gente e incoscientemente, o queriendo ¡porqué negarlo!, mezclamos la realidad de los recuerdos con los sueños irrealizados y quizá por unos momentos nos marcamos un cha cha cha de entoldado veraniego...

Deberíamos cuadircular nuestros amaneceres y poner en cada casilla los deberes e ilusiones del día y luego al atardecer, cuando los últimos resquicios de un sol que languidece nos anuncian la noche, convertir el resumen del día en una canción... quizá no le haga falta letra, bastará con recostar nuestra cabeza sobre el pecho deseado, fictício o real, y dejarnos llevar por el ritmo de su corazón... a lo mejor en el silencio nocturno descubrimos que seguimos enamorados...

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